martes, 2 de septiembre de 2014

Dear Rosemary

La vida no es fácil, este es un hecho que sabemos todos, es más cómodo sortear los obstáculos que la misma nos impone para algunos que para otros, pues cada quien desarrolla habilidades en el campo que cree le serán de mayor utilidad.

Hace 8 años yo era una estudiante de 5to semestre de bachillerato; cabello desalineado, ropa holgada y actitud rebelde eran características que me definían (hoy en día siguen siendo parte de mi), veía mi futuro en quien sabe donde y no tenía un plan de vida, mis únicas grandes preocupaciones eran entrenar para ganar el torneo de fútbol escolar y ver la manera de solicitar más prorroga de tiempo en las fiestas de mis amigos o en su defecto, escaparme de la casa y llegar antes de las 7am para no encontrarme con nadie despierto.  Mi mama me había comprado un libro de redacción y en mis momentos de reflexión solía escribir textos que creo quedaron perdidos en algún cuaderno, me costaba expresar mis sentimientos y esa era la manera en que me desahogaba, pensé en estudiar Filosofía y Letras, después Comunicación, pase a Mercadotecnia y en algún momento bromee con conseguir un trailer e irme a viajar por las carreteras, luego pensé en el cine, no sabía un carajo de quien había hecho EL SILENCIO DE LOS INOCENTES, EL CLUB DE LA PELEA, TERMINATOR o cualquiera de las películas que había visto con mi mama en el Festival Internacional de Cine de ese año, pero algo de eso me llamo la atención.

Para llegar a la escuela solo cruzaba la calle, saliendo de clases y al ser la que vivía enfrente de la escuela, mis amigas del fútbol siempre comían en la casa, de ahí nos íbamos ya sea al entrenamiento o a algún partido, por las tardes hacía tarea cuando me acordaba, pero generalmente duraba horas en el Messenger, los Windows Spaces y al teléfono conversando con algún amigo de lo que había vivido las últimas 6 horas en la escuela: .-“Wey q pedo con “El Tolongas”, debería de usar otros pants” .- “Ya se no mames, oye ¿viste que Las Belindas andaban muy arregladas hoy? ¿a dónde irían?... Pero no todos los días era así, estaban los días malos, como esos en los que mi mama tenía alguna crisis nerviosa y en la casa solo se podían escuchar gritos, llantos y cosas que por más madura que pueda ser una adolescente de 16 años o uno de 15 no lográbamos entender, si la cosa pasaba a mayores era probable que mi mama tuviera que ir al hospital, si no solo era cuestión de pastillas, malditas y jodidas pastillas, ahora entiendo porque mi mama se rehusaba a tomarlas, es que, dejaba de ser ella, se convertía en otra persona, ¿era persona?, no podía tener una conversación coherente y yo me aprovechaba de la situación para sacar permisos o persuadir a mi mamá para que hiciera tal o cual cosa, que mierda de persona, lo sé.

Comenzaba el mes de septiembre, un día normal en la escuela, salimos al primer receso eran las 9:00am, estaba con mis amigos y llegó el prefecto: .- “Cecy, esta tu papa aquí, quiere hablar contigo, ¿puedes venir?” (mmm… que raro) .- “Si, vamos”.  Mi mama tenía 2 días en el hospital, desde que tengo memoria mi mama vivía entre el hospital y la casa, así que no era algo raro, pero luego vi la cara de mi papa y recibí la noticia. No pensé, no sentí, no creí; el me abrazo y solo le regresé el abrazo por compromiso, acto seguido pregunté por mi hermano, ¿ya sabía?, no, apenas íbamos por el, regresé al salón, tome mis cosas y salí.

No lloré en el velorio, en la misa del funeral me dieron ganas de llorar, creo que fueron 5 minutos o menos, y fueron lagrimas muy cortas, no lloré en el entierro, no lloré en las misas póstumas, no lloré nunca, aún hoy en día siento las miradas juzgándome, ¿por qué no lloró?, ¿no tiene sentimientos?, ¿qué pedo con esta morra?. Me sentía culpable, la última vez que había tenido una conversación coherente con mi madre había terminado en discusión, no entendía que a veces ella no hacia cosas no porque no quisiera, sino porque no podía y yo con el pensamiento: “Para que tienen hijos si no tienen tiempo para estar con ellos”, ¡Que mierda! ¿quería que me siguiera cambiando pañales y al mismo tiempo quería ser autónoma?, solo quería llevar la contraria. Alguna vez pensé “Ojalá que se muera”, mierda, eso me pesa en la conciencia todos los días. Pasaron meses, años y no podía asimilar el acontecimiento, no podía perdonarla, no podía perdonarme.

Hace 1 año y 4 meses que vivo fuera de casa, hace 1 año y 4 meses que me perdone por ser inmadura, ahora que soy yo la ama de casa, que lavo ropa, que pago servicios, que pago renta y que voy a hacer el mandado al supermercado de mi preferencia. Tuve empatía por la situación y así comprendí el porque de las cosas y el como la vida te da herramientas, pero eres tu el que elige usarlas o no y de que manera.


No te lloré en un funeral, no voy al panteón cada año a llevarte flores, ni voy a misa o esas cosas que realizan cada aniversario luctuoso, pero todos los días, en cada acción, en cada decisión te pienso y aunque parezca imposible todos los días te aprendo algo, no éramos tan distintas y creo que seríamos grandes amigas, esta vez si escribo entre sollozos, es la primera vez que escribo algo de este tema y me cuesta, pero se que si puedes leer, sabrás que te amo, igual lo sabes sin leer o ya lo sabías.

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