jueves, 15 de noviembre de 2012

QUIMERAS. El día más feliz del mundo.

Hoy inauguro una nueva sección que sera mi columna personal, ¿que encontraran? Relatos de la cotidianidad de la vida, ensayos, cuentos y opiniones acerca de temas en general. Esto no incluye temas como tecnología, audiovisuales y música, porque ya hay secciones para eso. Es todo, disfruten.

EL DÍA MÁS FELIZ DEL MUNDO
El viaje comenzó temprano, nos vimos en su casa y de ahí partimos, paramos en un local a comprar agua  y golosinas, de nuevo emprendíamos rumbo y nos topamos con un puesto de frutas, compramos un poco de todo: plátano, manzana, guayabas, naranjas. Por fin salimos a carretera, él sabía a dónde íbamos, un día antes aún tenía miedo, pensé: "pero si él conoce ¿Por qué no me he de dar la oportunidad?". Después de un viaje por carretera llegamos al terreno, había más peregrinos en el lugar,  intercambiamos palabras y buenas vibras, estábamos ahí, todos buscábamos lo mismo, el lugar nos iba a proveer.

vACA pIRATA
Paso un tiempo, estoy sentada en una sabana, en el pasto a la mitad de la nada, me acuesto y cierro los ojos, con qué facilidad he encontrado la tranquilidad en este ambiente, han pasado unos 10 minutos desde el alimento, escucho música a lo lejos o si esta cerca la escucho a un volumen muy bajo, entro en un estado de somnolencia y decido incorporarme, un ligero mareo me  impide ponerme en pie y prefiero seguir sentada, de repente el vértigo aumenta y un poco de nauseas se manifiesta, aunque desaparece tan pronto como apareció, intento enfocar la vista  en algo específico y elijo el pasto, lo veo fijamente y comienzo a notar cómo se mueve, volteo a ver a mis compañeros que parecen estar muy  tranquilos, siguen acostados. Ahora volteo a ver el paisaje, todo despejado y comienzo a escuchar voces, no les prestó atención, me parece más interesante admirar el ambiente, reacciono y noto que mis compañeros están hablando entre ellos, les respondo y noto que mi  voz es diferente, la siento diferente, más  nítida. Me pongo en pie, me cuesta trabajo, el vértigo sigue constante, tengo que aprender a convivir con él a menos que desee dar un trompicón, no estaría mal caer en el pasto, lástima que hay mucha humedad, lodo y  maleza, me doy cuenta que estoy descalza, me quite los tenis antes de acostarme pues estaban empapados y mis calcetines también, pero quiero caminar, vuelvo a sentarme y me calzo los tenis con la poca psicomotricidad que me queda, aún no puedo controlar el vértigo, ya entraron (los tenis) y abrocharlos es lo de menos, me levanto de nuevo y veo a mis compañeros , creo que también están confundidos, no cruzamos palabras, la mirada habla más de lo que pensaba, uno de ellos se levanta y se va a caminar, yo hago lo mismo pero hacia otra dirección. Estoy recorriendo los pastizales,  mi respiración es muy profunda, se siente tan reconfortante, siento un calor interno, empiezo a sudar y me nace la necesidad de correr, lo hago y llego a un espacio donde estoy sola, o por lo menos mi rango de visibilidad no me permite ver a mis compañeros, es lo de menos, ahora estoy concentrada en mi, y mi cabeza empieza a pensar en tantas cosas, es una plática conmigo, y entiendo tantas cosas. Son pensamientos de 1 o 2 segundos, no lo sé, no cuento el tiempo, pero con solo recordar un tema, encuentro respuestas,  tantas cosas en mi cabeza y considero el momento de desechar la basura e incrementar lo que me hace mejor persona.  El calor en mi cuerpo sigue en aumento,  me dan ganas de llorar y comienzo a reírme, solo rió y lloro de felicidad. Volteo a ver una planta y le hablo, por un momento siento que me escucha y sigo platicando con ella, la toco y ahora entro en un estado sensorial,  comienzo a caminar y sigo respirando, con tanta profundidad que cada respiro me hace sentir más ligera como si al respirar estuviera desechando el peso de todas las trivialidades que me ciegan. Me topo en el camino con uno de los trotamundos que me dice: “Y así nos vamos encontrando en los viajes”, le respondo con una sonrisa que es reciproca, veo que no soy la única en este recorrido, sigo caminado y regreso a la sabana, me siento, volteo a ver a otra tripulante y nos reímos, no son necesarias las palabras, solo el estar, una mano me toca el brazo y siento tan nítidamente todo,  la temperatura del cuerpo, las yemas de  los dedos; regresa un tripulante del viaje, nos miramos todos y continúan las risas, siento una felicidad como nunca en mi vida había sentido.  En este punto no me falta nada, estoy en un estado de armonía con todo y todos, pobres de aquellos que necesitan tanto para ser felices, la vida es ahora, es el momento, es como lo vives, y no hay felicidad más pura que la causada por estar en paz contigo,  porque si estás bien contigo también lo estas con los demás. Sentí el paraíso unos minutos, unas horas, no lo sé. Al regreso algo fue diferente, todos veníamos reflexivos, me hundí en el asiento, luego me incorpore; platique con quien venía al volante con una tranquilidad como hacía mucho tiempo no sentía, intercambie palabras con los compañeros de viaje y  observe el camino, el tiempo poco importaba, no lo sentía, en ese momento mi atención se fijaba en los detalles, el aire de la carretera y al entrar de nuevo a la urbe, inundar los oídos con todos los sonidos, pero siempre escuchando al compañero, lo más difícil es acostumbrar  al ojo a ver tanta publicidad,pero tener la capacidad de seguir enfocando a las personas.
De nuevo en su casa, estuve un momento tirada en cama recordando, riendo un poco, después decidí salir a pasear, camine un poco por la ciudad, todo me parecía bonito, hasta entrar a una tienda solo a mirar los artículos. Era momento de partir, tome mi equipaje y agradecí la compañía. El día, tenía que continuar y sé que nunca seré la misma, porque cada día aprendo algo y desaprendo otra cosa, que dicha es estar vivo,  que hermoso es compartir la vida.

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