EL DÍA MÁS FELIZ DEL MUNDO
El viaje comenzó temprano, nos vimos en su casa y de ahí partimos, paramos
en un local a comprar agua y golosinas,
de nuevo emprendíamos rumbo y nos topamos con un puesto de frutas, compramos un
poco de todo: plátano, manzana, guayabas, naranjas. Por fin salimos a carretera,
él sabía a dónde íbamos, un día antes aún tenía miedo, pensé: "pero si él conoce ¿Por qué no me he de dar la
oportunidad?". Después de un viaje por carretera llegamos al terreno, había más
peregrinos en el lugar, intercambiamos
palabras y buenas vibras, estábamos ahí, todos buscábamos lo mismo, el lugar
nos iba a proveer.
Paso un tiempo, estoy sentada en una sabana, en el pasto a la mitad de la
nada, me acuesto y cierro los ojos, con qué facilidad he encontrado la
tranquilidad en este ambiente, han pasado unos 10 minutos desde el alimento,
escucho música a lo lejos o si esta cerca la escucho a un volumen muy bajo,
entro en un estado de somnolencia y decido incorporarme, un ligero mareo
me impide ponerme en pie y prefiero
seguir sentada, de repente el vértigo aumenta y un poco de nauseas se
manifiesta, aunque desaparece tan pronto como apareció, intento enfocar la
vista en algo específico y elijo el
pasto, lo veo fijamente y comienzo a notar cómo se mueve, volteo a ver a mis
compañeros que parecen estar muy tranquilos, siguen acostados. Ahora volteo a
ver el paisaje, todo despejado y comienzo a escuchar voces, no les prestó
atención, me parece más interesante admirar el ambiente, reacciono y noto que
mis compañeros están hablando entre ellos, les respondo y noto que mi voz es diferente, la siento diferente,
más nítida. Me pongo en pie, me cuesta
trabajo, el vértigo sigue constante, tengo que aprender a convivir con él a
menos que desee dar un trompicón, no estaría mal caer en el pasto, lástima que
hay mucha humedad, lodo y maleza, me doy
cuenta que estoy descalza, me quite los tenis antes de acostarme pues estaban
empapados y mis calcetines también, pero quiero caminar, vuelvo a sentarme y me
calzo los tenis con la poca psicomotricidad que me queda, aún no puedo controlar
el vértigo, ya entraron (los tenis) y abrocharlos es lo de menos, me levanto de nuevo y veo
a mis compañeros , creo que también están confundidos, no cruzamos palabras, la
mirada habla más de lo que pensaba, uno de ellos se levanta y se va a caminar,
yo hago lo mismo pero hacia otra dirección. Estoy recorriendo los
pastizales, mi respiración es muy
profunda, se siente tan reconfortante, siento un calor interno, empiezo a sudar
y me nace la necesidad de correr, lo hago y llego a un espacio donde estoy
sola, o por lo menos mi rango de visibilidad no me permite ver a mis
compañeros, es lo de menos, ahora estoy concentrada en mi, y mi cabeza empieza
a pensar en tantas cosas, es una plática conmigo, y entiendo tantas cosas. Son
pensamientos de 1 o 2 segundos, no lo sé, no cuento el tiempo, pero con solo
recordar un tema, encuentro respuestas,
tantas cosas en mi cabeza y considero el momento de desechar la basura e incrementar
lo que me hace mejor persona. El calor
en mi cuerpo sigue en aumento, me dan
ganas de llorar y comienzo a reírme, solo rió y lloro de felicidad. Volteo a
ver una planta y le hablo, por un momento siento que me escucha y sigo
platicando con ella, la toco y ahora entro en un estado sensorial, comienzo a caminar y sigo respirando, con
tanta profundidad que cada respiro me hace sentir más ligera como si al
respirar estuviera desechando el peso de todas las trivialidades que me ciegan.
Me topo en el camino con uno de los trotamundos que me dice: “Y así nos vamos encontrando en los viajes”,
le respondo con una sonrisa que es reciproca, veo que no soy la única en este recorrido, sigo
caminado y regreso a la sabana, me siento, volteo a ver a otra tripulante y nos
reímos, no son necesarias las palabras, solo el estar, una mano me toca el
brazo y siento tan nítidamente todo, la
temperatura del cuerpo, las yemas de los
dedos; regresa un tripulante del viaje, nos miramos todos y continúan las
risas, siento una felicidad como nunca en mi vida había sentido. En este punto no me falta nada, estoy en un
estado de armonía con todo y todos, pobres de aquellos que necesitan tanto para
ser felices, la vida es ahora, es el momento, es como lo vives, y no hay
felicidad más pura que la causada por estar en paz contigo, porque si estás bien contigo también lo estas
con los demás. Sentí el paraíso unos minutos, unas horas, no lo sé. Al regreso algo
fue diferente, todos veníamos reflexivos, me hundí en el asiento, luego me
incorpore; platique con quien venía al volante con una tranquilidad como hacía
mucho tiempo no sentía, intercambie palabras con los compañeros de viaje y observe el camino, el tiempo poco
importaba, no lo sentía, en ese momento mi atención se fijaba en los detalles,
el aire de la carretera y al entrar de nuevo a la urbe, inundar los oídos con
todos los sonidos, pero siempre escuchando al compañero, lo más difícil es acostumbrar al ojo a ver tanta publicidad,pero tener la
capacidad de seguir enfocando a las personas.
De nuevo en su casa, estuve un momento tirada en cama recordando, riendo un
poco, después decidí salir a pasear, camine un poco por la ciudad, todo me
parecía bonito, hasta entrar a una tienda solo a mirar los artículos. Era
momento de partir, tome mi equipaje y agradecí la compañía. El día, tenía que
continuar y sé que nunca seré la misma, porque cada día aprendo algo y
desaprendo otra cosa, que dicha es estar vivo,
que hermoso es compartir la vida.
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